Muchos problemas de salud (obesidad, resistencia a la insulina-diabetes, enfermedades cardiovasculares…) están relacionados con una excesiva ingesta de grasas. Se relaciona el consumo de grasas saturadas, trans, y ácido araquidónico, con la aparición de enfermedades crónicas. En la prevención y tratamiento de dichos procesos, los ácidos grasos omega 3 han demostrado un papel fundamental.

Son ácidos grasos esenciales poliinsaturados, es decir, con más de un doble enlace en su composición química, estando  el primero en el carbono 3, comenzando a contar desde la extremidad metilada (carbono omega), que no podemos producir en el organismo, y tenemos que obtener de la dieta.

De entre todos los omega 3 existentes, los más importante son: el EPA y el DHA. Podemos obtenerlos a partir del ácido linolénico presente en algunos vegetales, pero en ocasiones, debido a factores genéticos, medicamentosos, estrés o déficit de nutrientes esenciales, la mayoría de las personas no consigue obtener suficiente EPA y DHA para cubrir sus necesidades diarias.

¿Qué propiedades tienen el EPA y el DHA?

 El EPA actúa fundamentalmente como regulador de la inflamación. El DHA tiene fundamentalmente funciones estructurales, siendo de todas las grasas, la más abundante en el sistema nervioso.

¿Cuáles son las principales indicaciones del EPA?

– Enfermedades inflamatorias

-Prevención y coadyuvante en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares como aterosclerosis, hipertensión arterial, inflamación endotelial, incremento en la concentración de triglicéridos.

-Procesos reumáticos.

-Psicosis, esquizofrenia, trastorno bipolar. 

¿Cuáles son las principales indicaciones del DHA?

-Embarazo (antes, durante y después).

-Depresión postparto.

-Desarrollo cognitivo y mejora del aprendizaje en etapa infantil y neonato.

-Prevención de hiperactividad y agresividad.

-Prevención y tratamiento de problemas de visión.

-Alteraciones en la memoria.

-Cansancio y estrés crónico.

-Demencia senil y enfermedades degenerativas nerviosas.

-Trastornos en la fertilidad. Son pues nutrientes muy importantes para dos órganos tan vitales como el corazón y el cerebro, y también muy importantes en la visión.

¿Qué cantidad debemos tomar? 

Japón es uno de los países del mundo de mayor longevidad y menor incidencia de enfermedades cardíacas y depresión. La ingesta de pescado y algas es muy elevada, por lo que los niveles de omega 3 en la población general son más elevados que en los países occidentales. La Sociedad Japonesa de Nutrición Lipídica recomienda una ingesta media de 2,3 gr. al día de omega 3, siendo al menos 1 gr.: EPA y DHA.

Para la Asociación Americana del Corazón, las personas que necesitan bajar los triglicéridos deberían ingerir de 2 a 4 gr. diarios de omega 3, y todos aquellos con enfermedad cardíaca coronaria deberían incluir en su ingesta 1 gr. de EPA y DHA  diario.

La Agencia Francesa para la Seguridad Alimentaria, recomienda la ingesta de 500 mg al día de EPA y DHA, mientras que la Fundacion Británica de Nutricion incrementa esta recomendación a 1’25 gr. al  día.

Como no hay un criterio concreto, lo importante es saber que no hay riesgo en ingerir dosis muy elevadas, ya que por efectos de la mala dieta actual, es casi imposible que alguien pueda alcanzar niveles de omega 3 por encima de lo normal.

En general, si pretende tomar un suplemento de omega 3 y no tiene ningún problema de salud o niveles alterados de triglicéridos o colesterol, puede consumir un omega 3 con el doble de EPA en su composición que de DHA.

Si su problema está más relacionado con el estrés, el cansancio o alteraciones en la memoria debidos al ritmo de vida, debe optar por consumir omega 3 rico en DHA pues en estos casos necesita un aporte extraordinario de DHA.

Por ser antiagregantes plaquetarios, pueden interferir con los anticoagulantes  o antiagregantes plaquetarios, si bien no interfieren con todos ellos, ni en todas las personas, siendo más común con el acenocumarol (Sintrom). En caso de estar a tratamiento lo ideal es pedir consejo a un especialista.

En la naturaleza, tanto en las plantas como en los animales, los ácidos grasos como los omega-3 se encuentran en forma triacilglicerol. En los peces, el EPA y DHA, también están en forma de trialcilglicerol. Durante el procesamiento industrial, la mayoría de los laboratorios producen aceites de pescado en forma sintética etil éster, sólo algunos laboratorios aplican un método enzimático de última generación para producir omega-3 en forma de triacilglicerol.

Normalmente se diferencian por el precio, los etil ester son más económicos, pero no son iguales a los aceites de pescado en forma de triacilglicerol. Son muy inestables, y se degradan más rápidamente durante el almacenamiento. Por este motivo pueden generar la formación de radicales libres, que es justamente lo que no deseamos. Una grasa triacilglicerol está formada por una molécula de glicerol y tres ácidos grasos. Durante la digestión de las grasas naturales (en su forma triacilglicerol) la “espina” de glicerol se separa de sus tres ácidos grasos. Al entrar en una célula intestinal (enterocito) el triacilglicerol es reconstruído y transportado.

En el caso de no haber el glicerol, como en el caso de los etil éster, estos ácidos grasos quedan libres, pudiendo funcionar como radicales libres, oxidando. Los etil ester deben ser convertidos en triacilglicerol, liberando etanol, o sea, alcohol.

En resumen: los etil éster, además de aumen-tar el estrés oxidativo por la formación de radi-cales libres, liberan también alcohol en el organismo.

Además, los aceites de pescado en forma etil éster tienen una biodisponibilidad que varía entre el 21 y el 57%. En cuanto a los aceites de pescado  en forma triacilglicérida, la biodisponibilidad es del 98%. En consecuencia, la mayor parte del omega-3 etil éster ingerido, no es aprovechado y puede causar problemas digestivos, entre otros.

Los mares y océanos de todo el mundo están demasiado contaminados por residuos ambientales resultantes de la acción humana.

Los residuos más peligrosos, como dioxinas, PCB’s y metales pesados, están presentes en la cadena alimentaria, acumulándose en los peces, sobre todo en los de gran tamaño.

Para minimizar los contaminantes, el pescado usado por la mayoría de los laboratorios que distribuyen omega 3, es capturado en aguas muy profundas y frías. Además, sólo se emplean pescados pequeños como sardinas, anchoas y arenques, que acumulan pocos residuos ambientales. En otras ocasiones se utilizan pescados grandes, pero procedentes de zonas controladas.

En el proceso de manufactura de los omega-3 se utiliza un proceso de purificación que comprende, entre otras etapas, la destilación molecular de los aceites obtenidos. Esto permite eliminar residuos muy tóxicos como metales pesados  hasta niveles muy por debajo de los exigidos por la ley.

Los omega-3 son poliinsaturados, lo que los hace naturalmente muy inestables cuando se exponen al oxígeno, elevadas temperaturas y luz. La calidad final depende de la manipulación de las materias primas y su procesamiento. Para disminuir la oxidación y aumentar el tiempo de vida de los omega-3 contienen antioxidantes naturales, utilizando procesos que estabilizan los aceites poliinsaturados contra la oxidación y que aumenta ampliamente su tiempo de vida.